jueves, mayo 22, 2008

El tintineo del cursor es hipnotizante.

No ha sido un gran día. Ni siquiera un buen día. Y no sé si quiero hablar de ello.

[…]

No me gusta ver a la gente enfrentándose. Lo odio.
Porque me colapsa. Me inquieta. Me aflige. Y me provoca.

Es mi propia tendencia combativa la que me hace arrinconar esas situaciones.
Porque cuando no es por motivos vitales todo suele quedar en una nada inútil y frustrante.

Pero la fragilidad del ego está demasiado presente. Lo he visto toda la mañana. Sin pausa. Sin descanso. Todo enfocado del “yo” hacia fuera. Y punto. Y así suele empezar todo.

[…]

No sé si me ha gustado ver que podía guardar silencio.
Que la nimiedad originaria de la que algunos han construido una peligrosa hecatombe me rozaba la pierna por debajo de la mesa aconsejándome un mutismo merecido.

Pero es que ya, el origen del conflicto –que no ha hecho más que empezar- quedaba muy lejos.

Porque las mentes -fieles al estilo darwiniano- se aprovechan de elementos foráneos basados en un individualismo que queda muy lejos del bien colectivo para batirse en duelos absurdos… Ya saben; no se puede garantizar que lo que es bueno para el individuo lo sea también para la especie.

Y mientras doy mi última clase pienso que las personas tenemos mucho menos de grandiosas y honestas que lo que nos gusta creer.

[…]

Y cuando ya por la tarde me siento en el coche y dejo atrás todo ese infortunio; sonrío. Y pienso que el día va a mejorar. Sí, lo ha hecho.

Pero no ha podido ser del modo que me hubiese gustado.

1 comentario:

L'ermità qui capta dijo...

Té molta força descriptiva, i sols de llegir-ho puc imaginar-me fins i tot la densitat de l'aire que es respira. Per cert, que no estem tan lluny en la manera de pensar:
"No se puede garantizar que lo que es bueno para el individuo lo sea también para la especie"... ¿veus que el budistes tenen raó? El jo és insubstancial.