jueves, agosto 30, 2007

Reflexiones compartidas

No sabía yo que el escribir en un blog iba a suponer agradables sorpresas. Una persona, de esas que conoces por completa casualidad, me ha escrito un mail después de leer varios de los textos del blog. Me parece una verdadera lástima que lo haya hecho por vía privada en lugar de hacerlo público por aquí, porque la verdad es son opiniones interesantes. Así que sin su permiso pero respetando su anonimato voy a compartir algunas de sus ideas.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención es una pregunta, que pese a su sencillez e importancia creo estar segura de ni siquiera se ha asomado a muchas mentes. ¿Quién se plantea si lo corriente es lo correcto? en mi opinión, menos personas de las que deberían. Es una pregunta que remite sin duda a la cultura, al contexto social...a las normas. No es esto, ni mucho menos, una apología al anarquismo; se acepta, se entiende y se asimila la existencia de unas normas generales básicas para la convivencia y la supervivencia, pero a día de hoy esas "normas", esas "bases", esas "pautas" han alcanzado límites que influyen y forman a las personas desde que empiezan a respirar. Todos estos condicionamientos están contrapuestos a la supuesta ansiada libertad del ser humano. Lo corriente, también llamado lo común no debería aceptarse como correcto sin planteamiento previo, sin embargo se acepta. Si nos paramos a pensar en esa famosa frase que además yo suelo decir con frecuencia: "somos animales de costumbres", podemos caer en el craso error de aceptar situaciones, pensamientos o maneras de vivir por la normalización de un determinado comportamiento o circunstancia. En la famosa pirámide de Maslow encontramos que uno de los pilares fundamentales para el hombre (entendiendo que el concepto abarca hombres y mujeres, pues no soy tan feminista como pueda parecer en ocasiones), es la necesidad de pertenencia, que no es otra que la de sentirse parte de una comunidad, de un colectivo que nos acoja, si es que es esa la palabra. Se entiende así que cuando las necesidades fisiológicas están cubiertas se empieza a buscar la seguridad y la protección que encontramos a través de nuestros semejantes. A partir de aquí esas reglas empiezan a gozar de un papel protagonista, ya que salirse de ellas puede suponer un alejamiento y aislamiento que derive en una aparente soledad y deje paso a la inseguirdad y al sentimiento de no sentirse protegido. Es complicado porque la realidad es que cuantas más normas hay, cuantas más pautas tenemos que seguir para "encajar", más solos nos podemos sentir. Un profesor de la universidad, a quién siempre recordaré con cariño por su afán de formar personas y no únicamente intelectos, comentó que la seguridad de las personas es inversamente proporcional a las opciones que se tienen, defendiendo con esto la hipótesis barajada en muchas ocasiones de que el ser humano necesita de unas pautas que le marquen y le condicionen para poder sentir una mínima garantía y seguridad de que está haciendo lo correcto. La putada es que para la mayoría de la gente es así. Un camino a seguir, el aparentemente correcto, unos convencionalismos impuestos, una clara seguirdad de saber separar el bien y el mal y...¡magia! ya sabemos cómo debe ser nuestra vida para no ser excluidos de esa gran mayoría que parece tener la razón sin más.
El que me ha escrito el mail con varias reflexiones (llamémosle "Y"), pregunta si acaso los pioneros dudaron. No tengo duda de ello, dudaron seguro, porque sólo en la duda de algo que se acepta sin planteamientos están las verdaderas respuestas y porque sólo en cada uno y siendo capaz de separar al individuo del mundo está la realidad de uno mismo sin condicionamiento alguno.
"Y" me comenta que tener confianza en la condición humana es una quimera...quizás sea demasiado duro pensar que lo es o quizás demasiado pesimista aunque probablemente sea angustiosamente realista y necesario.

Fuga

Me bañaba en tu sonrisa
salpicándome de gotas frescas,
me peinaba en tu mirada
de un reflejo cálido.
Absorbías mis palabras,
un aura azul lo envolvía todo.
Tus manos me mecían sin tocarme
nos estremecíamos sin presencia.
Las estrellas eran las mismas…
yo las veía lejos, tú demasiado cerca.
Había un árbol viejo, gastado,
los surcos del tronco marcaban la vida.
Le cantaste a la luna con tristeza,
tu voz era suave…había esperanza.
Le lloré al sol, con anhelo, con reproche,
te olvidaste de ti secando mis lágrimas,
me olvidé de ti mientras me adorabas.
La imposibilidad lo embelleció todo,
las hojas se movían y nos movimos con ellas,
con calma, retorciéndonos y después cayendo.
El sueño se volvió oscuro,
las hojas ya no eran verdes y tiernas,
ya no volaban y lloraste conmigo.
Fue ahí cuando deseé haber cantado.

lunes, agosto 27, 2007

Humo

Grecia se quema. Ahora mismo hay muchos frentes abiertos, un fuego que está arrasando con vidas. Las últimas noticias hablan de una madre calcinada junto a sus cuatro hijos. Hay imágenes de un grupo de personas rodeando un área forestal y provocando el incendio. El gobierno ofrece un millón de euros por pistas fiables sobre los pirómanos…un millón de euros. Se habla de que el motivo sea la especulación urbanística, perfecto. Grecia se quema. Nosotros, desde aquí, vemos cómo la gente llora a sus familiares, cómo se desesperan al ver su casa, sus recuerdos y su trabajo arder, vemos a personas llenando cubos de agua antes de echar a correr para intentar salvar sus vidas. Grecia se quema, otros países están en guerra, otros sufren terremotos, otros se anegan… hay diferencias en esta enumeración…desgracias inevitables y desgracias provocadas. A veces siento pena de pertenecer al género humano, a veces rabia pero cuando llega la impotencia, es lo peor. Grecia se quema, ahora mismo, mientras yo me fumo un cigarro y escribo esto Grecia se quema…también en este momento alguien muere por una bala, por una bomba…alguna mujer acabará de recibir una amenaza de muerte por parte de su compañero o ex compañero…también ahora un asesino a suelo estará planificando la muerte de un inocente…y también a esta hora algún pequeñuelo estará sufriendo malos tratos. Grecia se quema, el mundo entero se quema en muchos sentidos y los culpables de esas cenizas siguen consiguiendo lo que las provoca. Nos justificamos diciendo que no se puede hacer nada, que no se pueden cambiar las cosas…yo he sentido mi parte de culpa. Ya lo dijo Einsten: “hay dos cosas infinitas en el mundo; el universo y la estupidez humana…y de la primera no estoy seguro”.

Urbes...


Siendo consciente de que no soy ninguna excepción, adoro las vacaciones. Disfruto enormemente de la sensación que me da el disponer de tiempo para mí con mínimas obligaciones, lo que me hace vanagloriarme descubriendo que no soy adicta ni al trabajo ni a las responsabilidades. Es extraño, intenso y agradable no verse sujeta a un reloj, a las calles de Barcelona, a las comidas rápidas, a las cosas por hacer, a preguntarse quién decidió que el día tiene 24 horas…te trasladas a otra vida y si tienes suerte, tu mente también. Aprovechas para pasear a un ritmo que no te marca nadie, a comer con tranquilidad, a releer páginas que un día te llamaron la atención, a sonreír con placer ante la perspectiva de un buen siestón y si además tu escogido destino carece de tecnología punta ya es el colofón. He tenido suerte, mi reciente servidor de telefonía móvil, pensando siempre en el cliente, que, por supuesto, es su prioridad, decidió que no pensaba dar cobertura a todo el país; sabía de sus usuarios estresados y en un arranque de bondad escogieron unos cuantos puntos del mapa en los que la comunicación debía ser como antaño: física y directa. Un día de estos llamaré para darles las gracias porque fue una sensación liberadora. ¿y qué me decís de las comidas típicas de cada rincón? Son asequibles también en la gran ciudad pero parece que las descubres sólo cuando estás allí y en un intento de proteger sensaciones difícilmente las vuelves a comer hasta que vuelves. La vida, la gente, el ritmo, la percepción de los momentos es tan diferente que es como si de repente descubrieses que hay más formas de vivir la vida y no hace falta recorrer dos mil kilómetros para darse cuenta. Me decían que se notaba que era de ciudad, y os aseguro que había aparcado los tacones, el maquillaje y las camisetas insinuantes…creo que lo deducían por mi cara de alegría e ignorancia cada vez que me alelaba mirando los anchos campos, acariciando una vaca o lavándome la cara en todos los ríos que encontraba. Siempre he sabido de la importancia de la sencillez, pero aquí ese gran don es la excepción mientras que allí es común. Lo dicho…estas vacaciones me han ratificado ese pensamiento que pasa a veces por mi mente, unas ganas importantes de comprarme cuatro cabras, un trozo de tierra y despedirme de la urbe, sobre todo cuando salgo de casa sin recordar peinarme por la prisa que tengo, o cuando estoy en medio de un atasco, o cuando quedo en Plaza Catalunya y se me acaba la batería del móvil, o cuando en un ascensor puedo jugar a cuántos días hace que el de delante no se ducha…la cuidad tiene su encanto, pero los pueblos, la naturaleza y la tranquilidad le hacen sombra hasta en la imaginación.

domingo, agosto 19, 2007

Contradicciones

Dice la RAE sobre ellas: Afirmación y negación que se oponen una a otra y recíprocamente se destruyen.
No es una mala definición, destaca sin duda el concepto de oposición y el de destrucción, otorgando un sentido peyorativo a la contradicción en sí misma.
Las contradicciones puntuales pueden llegar a abrumar, las constantes pueden convertirse en una filosofía de vida.
Podemos imaginar las listas mentales o escritas que todos hemos hecho alguna vez de pros y contras y que todo sea dicho, de poco han servido. Las contradicciones suelen aparecer cuando algo te importa lo suficiente como para que se tome una decisión al respecto. Ya lo decían los sabios…la infancia es una de las mejores etapas por estar exenta de elegir, de decidir, de posicionarse. Bendita la época en que las responsabilidades, las obligaciones y las actuaciones dependen de otros, es algo contrario a la libertad, pero es tan cómodo que engancha. En lo que llaman madurez, a uno no le queda otro remedio que coger las cuerdas del carro e ir marcando el camino y hoy, hay tantos caminos que gran tarea es trotar por uno con plena convicción.
Sin embargo dicen que el tener muchas opciones, mucho caminos, es positivo porque presupone un abanico más amplio de opciones, una mayor libertad de elección, lo dicen quienes no piensan en que cuantos más caminos más opciones de equivocarse.
La realidad es que las contradicciones son como moscas cojoneras con cierto poder de engaño porque nos hacen creer que sólo influye en ellas el pensamiento racional cuando en la mayoría de veces hay un componente mental, corporal o sentimental que se ríe porque ya tiene la decisión tomada y aún así permite con cierta sorna que la razón vaya dando tumbos afirmando, negando, oponiéndose y destruyéndose. Necesitamos, al parecer, justificar nuestros actos o nuestras decisiones con una oda a la coherencia y al raciocinio completamente inútil. La gente hace lo que quiere hacer, unos antes, otros después, pero acaba haciendo lo que realmente quiere hacer y los juegos contradictorios sólo alargan los procesos igual que lo alarga un contrincante de ajedrez sabiendo la jugada que hará para dejar en suspense al contrario. No puedo aplaudir en esto a la evolución de la capacidad craneal, es más, defiendo que algunas zonas de la mente deberían haberse estancado hace años y haber mantenido la capacidad de elección como algo sencillo e instintivo, ya que lo contrario nos complica la existencia de una manera bastante absurda.
Si en lugar de tener los ojos hacia fuera los tuviésemos hacia dentro veríamos nuestra vida con mucha más claridad y sabríamos que un “sí” es un sí, que un “no”, es un no y que un “no lo sé”, es lo menos frecuente.
¿Existen realmente las contradicciones? Me atrevería a decir que no existen sino que nos las creamos para nuestra protección, al contrario que las dudas, que aunque puedan parecer lo mismo que la contradicción distan muchísimo de serlo. La duda sí tiene razón de existir en sí misma porque nace de un hecho real y aunque condiciona en la toma de decisión final es harina de otro costal porque se puede llegar a disfrutar sin que destruya nada, a la duda se le puede sonreír, a la duda se la puede sentir como amiga, como cómplice, como empuje. ¿El motivo de esto? Las contradicciones son mecanismos adquiridos, la duda…un sentimiento innato en el ser humano.
Esto es para una de las niñas de mi corazón, una amiga que no esperaba…una de esas buenas sorpresas que te da la vida. Para que disfrutes de las dudas y alejes las contradicciones y para que también me ayudes a hacerlo a mi. Oh yeah!