sábado, febrero 16, 2008

Tío Pedro

Se llamaba Pedro Gracía Esteban. Era hermano de mi abuela Emiliana y siempre escribió. Sin haber ido al colegio- tal y cómo él recordaba-. Su madre, mi bisabuela, les enseñó a leer y escribir. A todos, que eran 7 hermanos. Hoy sólo quedan dos; mi abuela, que es la pequeña, y tía Andrea, que tiene 93 años y más genio que yo.
Entre las muchas cosas que escribió Tío Pedro, he encontrado una carta que le escribió a mi abuela –su hermana pequeña-, que al casarse con un forastero se marchó a otras tierras de Toledo.
Era caminero y luego llegó a ser capataz, recuerda mi abuela con orgullo. Caminero significa que cuidaba del camino, de las carreteras. En esos caminos vivía en una casa, con huerta y cabras y acogía, si se terciaba, a los señores que quedaban a merced de la noche cuando la rueda de un carro se estropeaba.
Siempre escribió. Murió a los 96 años, de viejo y sin lamentaciones. Los últimos años de su vida quedó ciego, pero siguió escribiendo. Se hacía llamar el chaval campesino.


La carta decía así:

A mis queridos hermanos
les escribo en carta blanca
y le mando mi mensaje
al pueblo de Villafranca.

A mi hermanita menor
la tengo siempre presente
recordando con cariño
los años que lleva ausente.

De aquí te fuiste un día
por ese largo camino
a esas tierras de la Mancha
porque así quiso el destino.

Trabajaste sin descanso
la rosa del azafrán
por el día cosechando
y por la noche mondar.

Esa es la especia más fina
que tiene fama mundial
hasta en la música suena
la rosa del azafrán.

En esa villa tan franca
de caballeros andantes
como lo fue Don Quijote
en los tiempos de Cervantes.

Viste crecer a tus hijos
que con esmero cuidaste
con ayuda de tu esposo
les sacastes adelante.

Tú les diste lo mejor
que pusistes en tu vida
como toda madre buena
que a sus hijos nunca olvida.

Apenas que fueron grandes
todos se fueron errantes
en busca de otro destino
como todo caminante
que busca su cometido.

Como bandos de gorriones
los hijos vuelan, se van
y sólo vienen a verte
si tienes algo que dar.

Hoy por suerte o por desgracia
con alegría o con pena
nos vamos quedando solos
porque así Dios nos lo ordena.

De siete hermanos que fuimos
ya sólo cuatro quedamos
sólo nos queda el recuerdo
de los tres que se marcharon.

Hermanita yo te pido
que estos versos de mi mente
los tengas como recuerdo
hasta que llegue la muerte.

Perdonar si algún renglón
para vosotros no vale
porque yo no soy poeta
y escribo como me sale.

Adiós hermana querida
adiós cuñado prudente
para todos un abrazo
con el cariño de siempre.

Navahermosa, 30 de octubre de 1983

1 comentario:

Marcos Monforte dijo...

Pocas cosas pueden ser más hermosas que la sencillez de la sentida sinceridad.

Se te notan las raices.

Besos desde Zgz.