Ni el primer volumen de Ignacio Bosque, ni dos textos guías elaborados por todo el departamento correspondiente de hispánicas parecen ser suficientes para que las nociones de Gramática Descriptiva me queden claras. Aguanté la gramática generativa en sus niveles más complicados, la Sintaxis I, incluso la Sintaxis II que dicen es la peor asignatura de toda la carrera. Y ahora va y la gramática “a la descriptiva” me desbanca. Lo de meterme ya en las profundidades de lo que se hace llamar el uso recto o dislocado de las formas verbales según la temporalidad de Rojo ha sido ya como tocar el cielo con el culo. Si ya no era suficiente con tener que asumir, que sí, que vale, que en un tiempo verbal –algunas veces dependiendo del contexto- nos podemos encontrar con un ((O-V) +V) - V, es decir, con un pasado dentro de futuro dentro de un pasado, ahora hay que entender que dentro de semejante panorama hay que discernir también entre uso recto o dislocado y, dentro de los mismos, entre formas anteriores, posteriores y simultáneas. Claro, si me dirán que es obvio y todo. Y mis amigos diciéndome que no me preocupe, que es la última que me falta para licenciarme, que ya es pan comido. Pan mojado o remojado diría yo, porque esto es incomible e indigesto.
A este bonito circo hay que sumarle conceptos que estoy empezando ya a catalogar con convicción como molestos, diabólicos y desquiciantes. Las nociones de flexión, de valor deíctico, de modo, de aspecto dentro de las categorías gramaticales que, por cierto, no son lo mismo que las categorías léxicas, que, por cierto, difieren en forma de las diferentes subcategorías morfológicas. Claro, bonitos juegos de palabras. Siguen creciendo los enanos con los Pluralia Tantum y las diferentes construcciones de perífrasis, así como las funciones de los verbos auxiliares. ¡Ah! Y también, por supuesto, los adjetivos relaciones, vamos, los que conoce su madre y su primo porque yo no. Bonitas son también las recategorizaciones gramaticales, esas que pasan por entender que una misma categoría gramatical puede cumplir dos funciones, como sería el caso de un adverbio de naturaleza adjetiva. ¿A que me entienden?
No descarto que el día del examen, con todos estos ingredientes descriptivos, me saque yo de la manga –así, como quien no quiere la cosa-, una nueva receta de gramática. Y a ver quién es el guapo que me dice que la mía tiene menos lógica que todo esto. O que es más indigesta.
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