Recoge mis abrazos. Ahora que lo valen. Porque luego ya, no sé.
Y no me hables de tiempo. Porque luego ya, no sé.
Pero ahora puedes recogerlos. Y si lo haces, no te asombres de ellos. Sólo son así porque están al resguardo de cualquier cosa que los haga menos cálidos.
Ahora son callados y discretos. Perfumados con una elegancia dulce que aún no entiende de soberbia. Ni de pasión. Ahora, porque luego ya, no sé.
Cógelos en su estado puro, cuando apenas sienten. Y a ver que sientes tú.
Verás como están algo cansados. Algo impertinentes. Algo rígidos.
Úsate de serme extraño para reblandecerlos. Para hacerlos nuevos y no hallen atisbo ni en la imaginación de lo ya pensado.
Como si la sorpresa de una sensación pudiera sobrepasar a todo lo vivido, a todo lo anhelado. A todo lo ya quemado al saberse posible.
Y así, sólo recoge. Sin haber sembrado. Sin haber decidido. Sin nada.
Recógelos si con ellos te tropiezas de repente. Y abrázalos. Un rato. Ahora, porque luego ya, no sé.
1 comentario:
realmente bello lo que escribe srta beldad; no sé donde leí que las obras de arte islámico contenían pequeñas imperfecciones para que no fueran consideradas sacrílegas, de modo que no compitieran con la perfección divina… realmente complicado encontrar alguna tara en el poema, felicidades, hay quién cuando escribe es hereje y hay quienes cuando escriben son meros charcuteros con ínfulas
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