Desde luego, las formas son importantes, el “por favor” nunca sobra pero vamos, en este caso y aunque suene mal, es lo de menos. Me piden por favor, a mí y al resto de ciudadanos que conducimos, que no pasemos de 80km por hora en las autopistas, que es por el medio ambiente y por los accidentes. Creerme que me duele no poder pensar que sea así. Me encantaría poder ser algo más estúpida y pensar que realmente ir a 80 salvaría vidas y haría que respiráramos un aire más puro. Pero no, lo que va a hacer es que miles de personas (que ya lo tenemos mal para llegar a fin de mes) lo tengamos peor aún. Porque si hay algo claro de la imposición de esta nueva normativa, es que las arcas de Interior van a estar rebosaditas de dinero de los contribuyentes. ¿Será que con ese dinero van a comprar vidas o una nueva capa de ozono? Será.
Y me pregunto yo, así, en una de esas preguntas tan absurdamente sencillas donde muchas veces residen las respuestas: ¿Por qué el mercado y los medios de comunicación están llenos de anuncios donde nos venden vehículos cada vez más potentes? ¿Por qué, si tanto preocupa la velocidad como autora de muertes y contaminación, permiten los que ahora nos obligan a no sobrepasar los 80, que se vendan coches cada vez más potentes y “seguros”? ¿Por qué no retiran del mercado todos los productos que dañan y contaminan el medio ambiente? ¿…? Esos puntos suspensivos pretenden escenificar la cara de lerda que se me pone ante semejante alternativa. Es, nunca mejor dicho, como la famosa canción que habla de empezar la casa por el tejado. El eslogan bien podría ser: “Paga por tener potencia y luego, paga por utilizarla”. Que no se malinterpreten mis palabras; sanciono, y siempre lo haré, a aquellos que conducen a velocidades extremas poniendo en peligro no sólo su vida, sino la de los demás. Pero una cosa es ir a 180 km por hora y otra cosa no poder rebasar los 80. Como bien saben los que conducen habitualmente, ir a una media de 120km/h por las autopistas con los coches de hoy en día, es seguro. A más, ya no es tan seguro y por eso se sanciona, algo normal, ¿pero a 80? ¿Lo han probado? Yo lo he probado hoy, con mi mejor y más cívica voluntad; me he puesto en la derecha, con la vista más fijada en el marcador que en la carretera (sería aquí discutible pensar en la reducción de los accidentes si miras más la aguja de la velocidad que a lo que tienes delante) y he intentado no pasar de la redonda cifra. Con decir que he tenido que bajar de quinta a cuarta ante la inminencia de que el coche se me calara, lo digo todo. No puedo. No puedo apoyar algo que huele a falso y a hipócrita, que se vende como solución cuando no lo es. No puedo, aunque me lo pidan por favor, ver una voluntad real de que el objetivo sea el que dicen que es. ¿Por qué no arreglan los miles de “puntos negros” que existen en las carreteras de este país si realmente se quieren evitar accidentes? ¿Por qué no limitan los caballos de los coches utilitarios que salen al mercado? Porque vamos, lejos de la mentira estoy si digo que ofertan mono-volúmenes, de esos para las familias felices con dos o tres hijos, de esos espaciosos donde casi se puede vivir (con un poquito más ya tendríamos viviendas de 30m cuadrados y encima movibles) y que pueden llegar a superar los 200 caballos, es decir, que en tercera, ya cogen los famosos 80. Y sigo lejos de la mentira si digo que yendo a 80 tardo más en hacer el mismo recorrido que yendo a 100 o 120 y, por tanto, más tiempo estoy con el coche encendido y soltando humo. ¡Ah!, pero…un momento. Eso del humo… ¿Por qué contaminan los coches? Acabáramos, si resulta que es por el petróleo. Ese que todos pagamos tan caro en las gasolineras. Claro, será que potenciar el uso de nuevos combustibles o colocar filtros debe ser poco rentable. Pero vaya, que seguro que lo de ir a 80 y llenarse los bolsillos era lo más fácil y rápido. Lo mismo que las zonas verdes y azules en Barcelona, que me gustaría saber cuánto recaudan ya no al mes, sino al día, en toda la capital y en el área metropolitana. Chirivitas nos harían los ojos si lo supiéramos, mejor vivir en la ignorancia.
Así que nada, a acatar la Ley por muy estúpida que sea, que para ellos es más que conveniente. Por cierto, ¿cuánto dinero debe estar costando cambiar todas las señales de las autopistas para que ahora marquen 80? Seguro que un dineral que encima pagamos nosotros. ¿Cuánto le va a costar a cada ciudadano “acostumbrarse” a esta normativa? Seguro que también un dineral, y también pagado por nosotros. Me viene a la mente un conocido y cierto refrán que no osaré citar.
No quiero pensar –y cuando no quiero es porque en parte lo pienso- que los accidentes o la capa de ozono importen poco a quienes deben tomar medidas al respecto, pero sí digo que las que toman, tienen más que ver con el bolsillo que con la solución.
Y me pregunto yo, así, en una de esas preguntas tan absurdamente sencillas donde muchas veces residen las respuestas: ¿Por qué el mercado y los medios de comunicación están llenos de anuncios donde nos venden vehículos cada vez más potentes? ¿Por qué, si tanto preocupa la velocidad como autora de muertes y contaminación, permiten los que ahora nos obligan a no sobrepasar los 80, que se vendan coches cada vez más potentes y “seguros”? ¿Por qué no retiran del mercado todos los productos que dañan y contaminan el medio ambiente? ¿…? Esos puntos suspensivos pretenden escenificar la cara de lerda que se me pone ante semejante alternativa. Es, nunca mejor dicho, como la famosa canción que habla de empezar la casa por el tejado. El eslogan bien podría ser: “Paga por tener potencia y luego, paga por utilizarla”. Que no se malinterpreten mis palabras; sanciono, y siempre lo haré, a aquellos que conducen a velocidades extremas poniendo en peligro no sólo su vida, sino la de los demás. Pero una cosa es ir a 180 km por hora y otra cosa no poder rebasar los 80. Como bien saben los que conducen habitualmente, ir a una media de 120km/h por las autopistas con los coches de hoy en día, es seguro. A más, ya no es tan seguro y por eso se sanciona, algo normal, ¿pero a 80? ¿Lo han probado? Yo lo he probado hoy, con mi mejor y más cívica voluntad; me he puesto en la derecha, con la vista más fijada en el marcador que en la carretera (sería aquí discutible pensar en la reducción de los accidentes si miras más la aguja de la velocidad que a lo que tienes delante) y he intentado no pasar de la redonda cifra. Con decir que he tenido que bajar de quinta a cuarta ante la inminencia de que el coche se me calara, lo digo todo. No puedo. No puedo apoyar algo que huele a falso y a hipócrita, que se vende como solución cuando no lo es. No puedo, aunque me lo pidan por favor, ver una voluntad real de que el objetivo sea el que dicen que es. ¿Por qué no arreglan los miles de “puntos negros” que existen en las carreteras de este país si realmente se quieren evitar accidentes? ¿Por qué no limitan los caballos de los coches utilitarios que salen al mercado? Porque vamos, lejos de la mentira estoy si digo que ofertan mono-volúmenes, de esos para las familias felices con dos o tres hijos, de esos espaciosos donde casi se puede vivir (con un poquito más ya tendríamos viviendas de 30m cuadrados y encima movibles) y que pueden llegar a superar los 200 caballos, es decir, que en tercera, ya cogen los famosos 80. Y sigo lejos de la mentira si digo que yendo a 80 tardo más en hacer el mismo recorrido que yendo a 100 o 120 y, por tanto, más tiempo estoy con el coche encendido y soltando humo. ¡Ah!, pero…un momento. Eso del humo… ¿Por qué contaminan los coches? Acabáramos, si resulta que es por el petróleo. Ese que todos pagamos tan caro en las gasolineras. Claro, será que potenciar el uso de nuevos combustibles o colocar filtros debe ser poco rentable. Pero vaya, que seguro que lo de ir a 80 y llenarse los bolsillos era lo más fácil y rápido. Lo mismo que las zonas verdes y azules en Barcelona, que me gustaría saber cuánto recaudan ya no al mes, sino al día, en toda la capital y en el área metropolitana. Chirivitas nos harían los ojos si lo supiéramos, mejor vivir en la ignorancia.
Así que nada, a acatar la Ley por muy estúpida que sea, que para ellos es más que conveniente. Por cierto, ¿cuánto dinero debe estar costando cambiar todas las señales de las autopistas para que ahora marquen 80? Seguro que un dineral que encima pagamos nosotros. ¿Cuánto le va a costar a cada ciudadano “acostumbrarse” a esta normativa? Seguro que también un dineral, y también pagado por nosotros. Me viene a la mente un conocido y cierto refrán que no osaré citar.
No quiero pensar –y cuando no quiero es porque en parte lo pienso- que los accidentes o la capa de ozono importen poco a quienes deben tomar medidas al respecto, pero sí digo que las que toman, tienen más que ver con el bolsillo que con la solución.
Quizás, si esos 80km/h fueran acompañados de otras medidas más razonables, podría empezar a creerme que hay una voluntad real de cambio, pero mientras me hagan pagar multas por ir a 90 y me vendan con absoluta legalidad coches que se ponen con facilidad a 180, mi cerebro poco puede creer. Es como todo últimamente; te incitan a través de miles de campañas publicitarias (que su dinero cuestan y adivinen quién lo paga) a que utilicemos el transporte público y luego, suben las tarifas del billete. Así que digo yo…un poco más de coherencia, por favor… o sin favor.
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