No hay treguas, no hay descansos, no hay paz. Oiré más noticias de atentados, habrá más muertes, más tristeza, más rabia, pero nunca oiré hablar de desánimo, de derrota, porque no la habrá. Ya pueden matar, ya pueden amenazar y seguir sembrando horror. No lo conseguirán.
Declararon la guerra hace años a este país, amparándose en unos ideales que, al parecer, sólo pueden defender y alabar a través de la muerte y la desgracia de los que no piensan como ellos. Será que además de asesinos son tan ilusos que creen que así conseguirán algo. Son muchas las veces en que mis labios tiemblan ante las bajezas de la raza humana, pero son también muchas las veces en que mis ojos brillan cuando veo la unión de actitudes loables como la de la sociedad española ante el tema del terrorismo. El NO se oye tan fuerte que desgarra, el llanto de los familiares muertos planea en nuestras mentes y el sentimiento de firme rechazo flota como niebla por calles, ciudades y casas. No quiero hablar de política aquí, ni de leyes, ni de acuerdos, ni de soluciones utópicas, no quiero hablar de la ilusión de la paz, sólo quiero luchar junto a esa bendita mayoría que utiliza la palabra, la coherencia, que mantiene la dignidad, que mira de frente y con ojos claros a la locura de unos actos sin sentido. Luchamos a través de la pluma de un escritor, a través de la tristeza de una víctima, a través de la valentía de un político, a través de la firmeza de un juez, a través de la rabia de cualquier ciudadano, a través de los gritos que no se oyen, a través de las manifestaciones pacíficas, a través de la fuerza de un silencio, a través de una cordura admirable.
Tengo fuerza, la que me dan las personas a las que vi ofrecer su nuca cuando mataron a Miguel Ángel Blanco, la que me da ver a un familiar de una víctima leyendo manifiestos en lugar de ir a por el que le arrancó al ser querido. Es una fuerza que no necesita de armas, de bombas ni de amenazas porque sabe de su supremacía.
Estamos en guerra continua, una guerra necesaria porque es la guerra por la libertad y se debe librar. Libertad de pensamiento, libertad de elección, libertad de ideología, libertad sin miedos. En las guerras siempre hay muertos, siempre hay dolor. Lo hubo, lo hay y lo habrá, pero no ganarán.
Declararon la guerra hace años a este país, amparándose en unos ideales que, al parecer, sólo pueden defender y alabar a través de la muerte y la desgracia de los que no piensan como ellos. Será que además de asesinos son tan ilusos que creen que así conseguirán algo. Son muchas las veces en que mis labios tiemblan ante las bajezas de la raza humana, pero son también muchas las veces en que mis ojos brillan cuando veo la unión de actitudes loables como la de la sociedad española ante el tema del terrorismo. El NO se oye tan fuerte que desgarra, el llanto de los familiares muertos planea en nuestras mentes y el sentimiento de firme rechazo flota como niebla por calles, ciudades y casas. No quiero hablar de política aquí, ni de leyes, ni de acuerdos, ni de soluciones utópicas, no quiero hablar de la ilusión de la paz, sólo quiero luchar junto a esa bendita mayoría que utiliza la palabra, la coherencia, que mantiene la dignidad, que mira de frente y con ojos claros a la locura de unos actos sin sentido. Luchamos a través de la pluma de un escritor, a través de la tristeza de una víctima, a través de la valentía de un político, a través de la firmeza de un juez, a través de la rabia de cualquier ciudadano, a través de los gritos que no se oyen, a través de las manifestaciones pacíficas, a través de la fuerza de un silencio, a través de una cordura admirable.
Tengo fuerza, la que me dan las personas a las que vi ofrecer su nuca cuando mataron a Miguel Ángel Blanco, la que me da ver a un familiar de una víctima leyendo manifiestos en lugar de ir a por el que le arrancó al ser querido. Es una fuerza que no necesita de armas, de bombas ni de amenazas porque sabe de su supremacía.
Estamos en guerra continua, una guerra necesaria porque es la guerra por la libertad y se debe librar. Libertad de pensamiento, libertad de elección, libertad de ideología, libertad sin miedos. En las guerras siempre hay muertos, siempre hay dolor. Lo hubo, lo hay y lo habrá, pero no ganarán.
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