jueves, octubre 11, 2007

Inocencia útil

Se suele hablar de la pérdida de la inocencia, sobre todo a edad temprana, pero en realidad la pérdida de inocencia no tiene edad. Desde que tengo uso de razón me he definido como persona de izquierdas, con una ideología abierta, tolerante, que prioriza las políticas sociales porque son éstas las que suponen una mayor igualdad dentro de la sociedad, las que permiten más derechos a más personas, las que ofrecen una mayor posibilidad de oportunidades, las que se preocupan por la educación, por los valores colectivos. En cualquier caso esto es una ideología y dado que éstas no tienen piernas ni lengua, son irremediablemente absorbidas (también creadas) por seres humanos que las llevan a la práctica. No voy a filosofar sobre las tendencias humanas porque en cualquier caso serviría de poco, pero sí voy a decir que entre el pensamiento defendido y el hecho llevado a la práctica, existen demasiadas lagunas oportunistas, por llamarlas de algún modo, y yo sigo sorprendiéndome de ello. Pese a que cada vez que mi cerebro procesa una estafa me siento completamente descorazonada e indignada, hay algo dentro de mí que sigue creyendo. Va más allá de la derecha y la izquierda, más allá de esos campos grises desolados, más allá de mi propia existencia y de lo que sucede. Creo que la cosa es grave; es como tener fe en algo pequeño que mis ojos ven grande, enorme, fuerte…lo suficiente como para dar más valor a una buena acción que a mil malas. ¿Inocencia? Podría ser. Los desengaños forman parte de la colectividad y con ellos, no debemos dejar de creer. Los políticos fallan, es cierto, decepcionan, incumplen promesas y muchas más cosas, pero por encima de todo eso existe la necesidad de un bien común, lo que se entiende por una supervivencia mejor y de más calidad y para conseguirla, aunque sea muy despacio e incluso aunque no llegue del todo nunca, se necesita creer en que es posible y no desistir por mucha mierda que veamos, oigamos o intuyamos. Dar la espalda a la sociedad y practicar el silencio sólo nos perjudica a la par que engrandece y alivia a quienes cometen atrocidades varias. Denunciar, hablar, informarse y gritar la verdad es el principio de un largo sendero hacia la posible justicia.

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