viernes, junio 06, 2008


Hoy ha salido el sol. O al menos hoy lo he visto.
Y ha tenido algo de reconfortante. Y de burlón. Porque ahora ya no sirve de excusa.


También hoy me he dado cuenta de que el cerezo del jardín tiene un montón de cerezas rojas y brillantes esperando ser cogidas. Y bueno, me gustaría saber hacer un rico pastel de cerezas para que ellas se sientan útiles y aprovechadas. Pero no sé.
Y por darme, me he dado también cuenta de que vienen siendo tiempos extraños.

Será que es viernes y que por fin tengo algo de tiempo.
No podría definir en una sola palabra esta semana.
Ha habido demasiado de todo.

Me veo en reuniones que aún consiguen removerme la sangre. Me veo saliendo y entrando de urgencias móvil en mano.
Me veo escribiendo cosas que no sé si quiero escribir.
Me veo bostezando de puro cansancio.
Devorando caramelos de frambuesa como si así el trabajo acumulado pudiera evaporarse. Recibiendo halagos que me incomodan.
Dando consejos que me reclaman cuando soy la menos indicada. Y sólo parezco verlo yo.

Y, sobre todo, me veo no viendo y no entendiendo apenas nada.
No es que el cerebro no procese. Es que no sabe qué hay que procesar. Es extraño. Como cuando sabes que está pasando algo pero eres incapaz de detectarlo con claridad meridiana.
Las llamadas -esperadas e inesperadas- han ido cortejando estos días. Como si de una danza se tratara.

Y yo, navegando entre el –ahora no puedo pensar- y el –tendré que pararme a pensar-.
Sin que ello me produjera el más mínimo desasosiego.
Raro, rarísimo. Y son cosas que están ocurriendo en este ahora.
Y nada, como si no fueran conmigo. Una sensación de ausencia en lo sustancial y de entrega en lo parcialmente irrelevante. Así. Con la convicción de que va a ser lo mejor. Como la percepción de ser incapaz de un algo que desconoces. Creo.

Porque veamos; una no puede verse reflejada en todo. Que una siempre se ha guardado de caer en el egocentrismo. Y más cuando intuye que no hay verdaderos motivos para caer.
Una no puede creerse todo lo que oye. Que estamos casi en verano y eso –sin duda- revoluciona a las personas.
Y claro, una tampoco puede permitirse peder el equilibrio. Que eso ya aconteció en su momento.
Quizás, como mucho, se pueda plantear la entrega fraccionada. Consciente de que eso te salvaguarda. En caso de que pudieses perder algo.

Así que la aparente ligereza no escogida viene planeando rauda durante los últimos días.
A sabiendas de que su viaje será corto.
Y bien. Algo al respecto habrá que hacer. No sea que el no hacer llene de profundidad lo que no es y todo se confunda aún más.

1 comentario:

L'ermità qui capta dijo...

"Atrapada en el tiempo". Atrapada en el temps. Tal volta ara començo a entendre el títol del teu blog: les cróniques de sensacions, dia rera dia (avui, dema, divendres, dissabte...), el llenguatge que intenta descriure molt més del que permet la limitació de l'espai i el temps...

En front de tu, i en la meva condició d'ermità, intent viure d'una pretensió (antinòmica al teu blog): alliberat a l'eternitat. Pretensió tal volta falsa (qui pot estar més enllà de la succecció de segons, minuts, hores i dies...); pretensió pròpia del lloc on habito (el bosc de les essències). I, a pesar de tot, tal volta ambdues situacions (atrapat en el temps - alliberat a l'eternitat) sols siguin dues cares d'una mateixa moneda, dos rostres d'una sola i absoluta realitat.