miércoles, noviembre 21, 2007

Por el interés te quiero Andrés


No descarto yo acabar ganándome el pan con un turbante, grandes aros y una reluciente bola de cristal… ¿acaso no hablaba yo en anteriores escritos de bromas cósmicas y de heridas varias? Pues ale, si no quería caldo, ahora tengo dos tazas y encima rebosantes. Basta que pienses que algo no tendrá trascendencia para que la tenga. Basta que decidas que van a pasar años hasta que vuelvas a ver a alguien para que te tropieces con el susodich en la escalera. Y es que las cosas son como son. Decisiones que se toman un día y que, sabiendo lo que sabes al día siguiente, las harías de otra manera. Pero el tiempo no retrocede, no hay máquinas mágicas. Así que a lo hecho, pecho, aunque sea con interés de por medio. El interés es algo bastante despreciable cuando se entiende como algo impersonal. Sentirlo así, en toda su grandeza, provoca una repulsión digna de la peor decepción, que ya es decir. Andrés tiene, en este caso, la absoluta certeza de saber que puede dañar a quien intenta utilizarlo. Andrés sabe que con una llamada puede cambiar las cosas y dejar de sentir la sensación asquerosa del interés más interesado. Andrés sabe que la decepción justificaría esos actos. Pero va a resultar que el pobre Andrés tiene escrúpulos, algo de lo que carece el que quiere a Andrés por interés. Va a resultar que Andrés, pese a verlo todo con claridad, tiende a pensar que no todo vale y que el torear al interesado sería más propio del interesado que de él y, por tanto, valora el no hacer lo que siempre criticó. Es un hombre especial Andrés, tanto, que no va aceptar ni las gracias del interesado. Tanto, que no va a aprovechar la ocasión ni para hacerle ver al interesado que se sabe utilizado.
Así que el interesado va a salirse con la suya, algo que probablemente ni dudó, por tan idiota que siempre vio a Andrés. Lo que no sabe el interesado es que Andrés sabe de la suciedad de su trigo y que, lejos de la rabia, sólo siente pena porque existan interesados así. Prefiere que crean que lo pueden manejar a estropear algo que puede beneficiar a muchos Andreses.
A todo Andrés le llegará su recompensa y a otros animales… su San Martín.

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