Traigo las manos heladas y pienso en sabañones.
Me siento. Agotada.
Aún tengo agujetas del último sobre esfuerzo.
La combinación perfecta entre cansancio físico y mental.
Perfecta porque ya llega el fin de semana.
Y visualizo mi edredón nórdico como un paraíso alcanzable.
Me traen el poleo menta.
Cuando lo vierto en la taza el líquido chorrea. Como siempre.
Me levanto para alcanzar el diario de otra mesa.
Y los gemelos se retuercen por dentro.
En la portada veo el claustro de la Universidad donde estudié.
La foto muestra a un montón de estudiantes protestando por la nueva ley educativa.
A pie de página dice que fueron los estudiantes de filosofía, políticas y filologías los que más se manifestaron.
Si es que todo tiene sentido.
La foto muestra a un montón de estudiantes protestando por la nueva ley educativa.
A pie de página dice que fueron los estudiantes de filosofía, políticas y filologías los que más se manifestaron.
Si es que todo tiene sentido.
Miro la contraportada. La de las entrevistas.
Esta vez es un sociólogo. Famosísimo se ve.
Hay un retrato suyo.
Es un hombre típico.
Esta vez es un sociólogo. Famosísimo se ve.
Hay un retrato suyo.
Es un hombre típico.
Está sentado. Tiene el pelo muy blanco.
Y greñas en la nuca. Y más de ochenta años.
Tiene esa pose y esa mirada. Sí.
Esa pose que irradia lo que muchos consideran sabiduría.
Una sabiduría que pasa por citar frases y nombres de autores que el mundo también reconoce como sabios.
Y greñas en la nuca. Y más de ochenta años.
Tiene esa pose y esa mirada. Sí.
Esa pose que irradia lo que muchos consideran sabiduría.
Una sabiduría que pasa por citar frases y nombres de autores que el mundo también reconoce como sabios.
Es curioso cómo se citan unos a otros.
Siempre me ha resultado pretencioso y pedante estar nombrando a los demás antes de decir lo que uno piensa.
Si es que realmente se llega a decir lo que uno piensa.
Es como utilizar algo que, como mínimo, te va a desviar de tí mismo.
[...]
Siempre me ha resultado pretencioso y pedante estar nombrando a los demás antes de decir lo que uno piensa.
Si es que realmente se llega a decir lo que uno piensa.
Es como utilizar algo que, como mínimo, te va a desviar de tí mismo.
[...]
El saber, además de ocupar lugar, se goza.
No siempre, pero casi siempre incita a la vanidad y la condescendencia.
Aunque un buen saberdor siempre sabrá espolvorear humildad cuando toca.
Y esa humildad, que antes era tan solo falsa modestia -necesaria- se ha convertido ya en estandarte.
A derivado, diría yo, en otra falsedad peor.
La falsa incerteza.
La que todo lo cubre. Todo lo permite. Y todo lo vale.
La que subestima o sobrevalora según conveniencias culturales.
No siempre, pero casi siempre incita a la vanidad y la condescendencia.
Aunque un buen saberdor siempre sabrá espolvorear humildad cuando toca.
Y esa humildad, que antes era tan solo falsa modestia -necesaria- se ha convertido ya en estandarte.
A derivado, diría yo, en otra falsedad peor.
La falsa incerteza.
La que todo lo cubre. Todo lo permite. Y todo lo vale.
La que subestima o sobrevalora según conveniencias culturales.
Hoy, se reconocen a los sabedores por sus dudas.
Igual que por sus conocimientos.
Un hedonismo nada fértil. Inútil me atrevo a decir.
Igual que por sus conocimientos.
Un hedonismo nada fértil. Inútil me atrevo a decir.
Resumiendo, que quien no contempla otras opciones no puede ser un intelectual.
O un buen intelectual.
Así piensan demasiados.
O un buen intelectual.
Así piensan demasiados.
Es un intento de cruce entre lo afianzado y la lógica.
Un nuevo invento de eso llamado post modernidad: Sé mucho, pero me lo cuestiono todo.
Y si a eso le añadimos mansamente un: Será que no se tanto... Ya está.
Ahí lo tienes.
El intelectual del S. XXI.
Aplaudido y venerado.
Un nuevo invento de eso llamado post modernidad: Sé mucho, pero me lo cuestiono todo.
Y si a eso le añadimos mansamente un: Será que no se tanto... Ya está.
Ahí lo tienes.
El intelectual del S. XXI.
Aplaudido y venerado.
Atribuir el conocimiento a los sabedores de antaño; clásicos y contemporáneos.
Y atribuirse a sí mismos la opción de cuestionarse lo aprendido.
Y atribuirse a sí mismos la opción de cuestionarse lo aprendido.
Pero esa duda, esa reconfortante incerteza naranja y brillante como la boya de cualquier playa -expuesta como virtud fascinante de nuestra época- necesita aval para no ser desdeñada.
El aval de los sabedores reconocidos por el mundo.
Los no reconocidos, no valen. Porque entonces es una duda insulsa. Sin fundamento.
Que vendría a ser ignorancia...
[...]
El aval de los sabedores reconocidos por el mundo.
Los no reconocidos, no valen. Porque entonces es una duda insulsa. Sin fundamento.
Que vendría a ser ignorancia...
[...]
El tipo de la entrevista, el sociólogo, decía en la misma, entre risas -según la entrevistadora- que tenía la impresión de que todo lo que había enseñado a sus alumnos en la Universidad era papel mojado.
Y añadía que eso era fantástico e interesante.
Y añadía que eso era fantástico e interesante.
La justificación a eso era la "permanente movilidad" de la sociedad actual.
El "Sólo sé que no sé nada" bailando con nombres y citas de los que sí saben -o supieron- es el compendio perfecto para los predecibles intelectuales que acechan en cada esquina.
Esos que te dejan exactamente igual que antes de haberlos escuchado.
Pero que impresionan, sí.
Aunque cada vez sorprenden menos y cansan más.
Por trillados.
Pero que impresionan, sí.
Aunque cada vez sorprenden menos y cansan más.
Por trillados.
5 comentarios:
Me viene a la cabeza comparativamente la mierda en lata famosa de las vanguardas del siglo XX
http://www.elmundo.es/magazine/num121/textos/arte.html
Eso era en el terreno del arte, pero en el de los intelectuales se cuela mucho academicismo erudito y barato, pensamiento oficial y una complejidad pobre. Bastante trabajado, pero como haciendo una alta torre de piedra con piedra y sin ventanas. Inútil sí.
Papel mojado dice el tío, qué hijo puta. Haberte callado la boca o cedido tu sitio a quien no se excusase en la relatividad de todo, para enseñar eso basta una frase y 12 segundos.
"Dubito ergo cogito; cogito ergo sum ", ¡¡pero sin pasarse!! (perdón por mencionar al clásico) ;-)
No seré yo el que defienda a los eruditos de tres al cuartos que encerrados en su torre de marfil lo relativizan todo en aras de la modernidad.
A mi me parece interesante valorar lo que uno sabe y reconocer que no es suficiente. Para mi lo importante no es saber mucho, si no utilizarlo para algo útil. A veces dudar es util, si te lleva a otra perspectiva diferente de la que tenias por segura. Dudar por dudar, poner todo en duda por sistema, es tan inútil como creer que uno posee la verdad absoluta. Hay cosas que son objetivamente ciertas y otras interpretables subjetivamente. Mezclar unas con las otras las banaliza a ambas.
Totalmente de acuerdo!!! te saludan las LoBocAs de buenos aires, Argentina y te felicitamos por tu blog, te tendremod en cuenta para el concurso "La locura y el Atrevimiento"
Y siguen habitando rincones esos cazadores...
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