jueves, marzo 05, 2009

Escozor


Hoy ha sido un día raro.
Hacía frío para ser marzo.
Y mucho viento.
Tanto que he recordado el epicentro de este invierno.
De un raro e inseperado invierno.

Igual de raro que las rosas que siguen en la cocina.
Tan frescas, tan altivas.
Tan a punto de marchitarse. De dejar de ser.
[...]

Hoy, en clase, un chaval me ha preguntado qué era la religión.
Lo ha hecho después amontonar muchas virutas de goma sobre el pupitre.
Después de borrar a conciencia una página entera.
Y lo ha preguntado limpiamente.
Con voz baja y firme. Con mirada clara.
Los demás seguían sumidos en sus libretas. Sin escuchar.
Absortos en ese mundo de ejercicios y concentración que se reduce a un metro cuadrado.
Seguía mirándome. Y yo a él.

Pasados unos segundos mi silencio le ha devuelto a la libreta.
Allí, de pie, he mirado sus manos, sus brazos. Su cabeza.
Todo creciendo. Todo haciéndose.
Y me he preguntado cuándo dejamos de buscar respuestas.
Cuándo sentimos que la resignación puede formar parte de la vida.
Y cómo nos afecta eso.

Cuándo nos abandonamos a la inútil aceptación de cientos de cosas.
Cuándo la comodidad momentánea deja por inexplorables caminos reales y existentes.
[...]

El paso de las horas y las diferentes clases iban diluyendo las preguntas.
Ya saben... el poder del presente, del ahora.
Pero a la hora de comer me he encontrado en el mismo río.

Hacía tiempo que no le veía. Estaba igual.
Gafas diferentes creo.
Como siempre que se queda con viejos amigos hemos revuelto recuerdos.
Y también hemos visto fotos en un aparato pequeñísimo y magnífico que hace casi de todo.
Almacena, llama, ordena, piensa, escribe, canta... Sólo le faltaba dar un saltito e ir al servicio.

La inmediatez. Sí señor. Lo ha dicho él.
Y yo he asentido mientas comía una patata detrás de otra.
La magnífica y terrorífica inmediatez.
Y el mal uso.

La que justifica decisiones, acciones y destierros.
La que ahoga a la conciencia.Y a la paciencia.

2 comentarios:

Pedro dijo...

El otro día, tras hablar a mis alumnos de los dinosaurios,uno me miró fijamente y me dijo: "yo no creo en los dinosaurios ni en Jesucristo". Y se quedó tan fresco.
;-)

Carol dijo...

Sería un punto saber si sigue pensando igual :-)