Seguro que os suena.
Es la voz en off del principio de Match Point.
De Woody Allen.
Sí.
El mismo que duerme con los zapatos puestos por si, de repente, viene un huracán y hay que salir corriendo.
Hay que estar preparado para todo se ve...
Incluso para el fatalismo.
[...]
Hay muchos dichos sobre la suerte.
Que existe. Que no existe.
Que se encuentra sin querer.
Que se puede buscar.
Suerte.
En su definición, la R.A.E.incluye la palabra casualidad.
Y la casualidad no se puede evitar.
Según esto, la buena o mala suerte no se podría escoger.
Quizás sea así.
Pero hay más. Como en casi todo.
Suerte. O coincidencia. O destino.
Es sólo una idea. Una opción.
Puede que una creencia. Casi una cuestión de fe.
Y todo lo que tiene que ver con eso escapa a razonamientos lógicos.
Escapa a las mismas palabras.
Que se retuercen intentado explicar algo que los siglos no han conseguido explicar.
O, acaso, han conseguido explicar de tantas maneras que ninguna es válida del todo.
[...]
Una vez, en clase, hablábamos sobre los cuentos y relatos.
Y no pude evitar mentar las tragedias griegas.
Edipo Rey.
Sí. La existencia de un camino marcado o un camino labrado.
Y ellos, a sus 16 años, fruncían el ceño por no saber qué decir.
Quizás sin habérselo planteado nunca.
Por falta de necesidad. O por aceptar las cosas sin más.
Vete a saber si no se es más inteligente a esa edad que a otra.
La cosa es que tampoco tiene más importancia.
Bendecir a esa buena suerte o a esa buena coincidencia, digo.
O maldecir lo contrario.
Aunque eso sí.
Casi sin quererlo, hablar de buena suerte, de mala suerte o creer en el destino o no acaba siendo una filosofía de vida individual de cada uno.
Y así, vamos encontrando la absolución o el reproche a aquello que nos va ocurriendo.
Aunque para ser sinceros...nunca queda del todo claro.
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