domingo, agosto 19, 2007

Contradicciones

Dice la RAE sobre ellas: Afirmación y negación que se oponen una a otra y recíprocamente se destruyen.
No es una mala definición, destaca sin duda el concepto de oposición y el de destrucción, otorgando un sentido peyorativo a la contradicción en sí misma.
Las contradicciones puntuales pueden llegar a abrumar, las constantes pueden convertirse en una filosofía de vida.
Podemos imaginar las listas mentales o escritas que todos hemos hecho alguna vez de pros y contras y que todo sea dicho, de poco han servido. Las contradicciones suelen aparecer cuando algo te importa lo suficiente como para que se tome una decisión al respecto. Ya lo decían los sabios…la infancia es una de las mejores etapas por estar exenta de elegir, de decidir, de posicionarse. Bendita la época en que las responsabilidades, las obligaciones y las actuaciones dependen de otros, es algo contrario a la libertad, pero es tan cómodo que engancha. En lo que llaman madurez, a uno no le queda otro remedio que coger las cuerdas del carro e ir marcando el camino y hoy, hay tantos caminos que gran tarea es trotar por uno con plena convicción.
Sin embargo dicen que el tener muchas opciones, mucho caminos, es positivo porque presupone un abanico más amplio de opciones, una mayor libertad de elección, lo dicen quienes no piensan en que cuantos más caminos más opciones de equivocarse.
La realidad es que las contradicciones son como moscas cojoneras con cierto poder de engaño porque nos hacen creer que sólo influye en ellas el pensamiento racional cuando en la mayoría de veces hay un componente mental, corporal o sentimental que se ríe porque ya tiene la decisión tomada y aún así permite con cierta sorna que la razón vaya dando tumbos afirmando, negando, oponiéndose y destruyéndose. Necesitamos, al parecer, justificar nuestros actos o nuestras decisiones con una oda a la coherencia y al raciocinio completamente inútil. La gente hace lo que quiere hacer, unos antes, otros después, pero acaba haciendo lo que realmente quiere hacer y los juegos contradictorios sólo alargan los procesos igual que lo alarga un contrincante de ajedrez sabiendo la jugada que hará para dejar en suspense al contrario. No puedo aplaudir en esto a la evolución de la capacidad craneal, es más, defiendo que algunas zonas de la mente deberían haberse estancado hace años y haber mantenido la capacidad de elección como algo sencillo e instintivo, ya que lo contrario nos complica la existencia de una manera bastante absurda.
Si en lugar de tener los ojos hacia fuera los tuviésemos hacia dentro veríamos nuestra vida con mucha más claridad y sabríamos que un “sí” es un sí, que un “no”, es un no y que un “no lo sé”, es lo menos frecuente.
¿Existen realmente las contradicciones? Me atrevería a decir que no existen sino que nos las creamos para nuestra protección, al contrario que las dudas, que aunque puedan parecer lo mismo que la contradicción distan muchísimo de serlo. La duda sí tiene razón de existir en sí misma porque nace de un hecho real y aunque condiciona en la toma de decisión final es harina de otro costal porque se puede llegar a disfrutar sin que destruya nada, a la duda se le puede sonreír, a la duda se la puede sentir como amiga, como cómplice, como empuje. ¿El motivo de esto? Las contradicciones son mecanismos adquiridos, la duda…un sentimiento innato en el ser humano.
Esto es para una de las niñas de mi corazón, una amiga que no esperaba…una de esas buenas sorpresas que te da la vida. Para que disfrutes de las dudas y alejes las contradicciones y para que también me ayudes a hacerlo a mi. Oh yeah!

1 comentario:

Miradaenfuga dijo...

Me gusta la idea de que un día la capacidad de elección pudo haber sido algo sencillo e instintivo. Ojalá existiese la forma de potenciar ese instinto para poder tirarnos a la piscina sin reparos, de cabeza, aunque después esté vacía y nos demos el golpe de nuestra vida. ¿Eso qué importancia tendría? Nos levantamos y punto. Forma parte de la vida, y la vida está para vivirla. ¡Un, dos, treees (allá voy)!