Interesante, patética y pintoresca situación la que se vivió en el encantador pueblo de Corbera de Llobregat. Josep Canals, asistió en calidad de primer teniente de alcalde (ERC) a una reunión de urbanizaciones. En el transcurso de dicha reunión un ciudadano le solicitó si podía expresarse en castellano para un mayor y mejor entendimiento por su parte. La respuesta fue un no rotundo, seguido de lo que pareció ser una apología al multilingüismo y a los derechos. El Sr. Canals, además de asistir a alguna que otra clase de gramática histórica, debería también hacer un curso avanzado de educación… rápido, eso sí, porque tiene mucho trabajo, pero debería hacerlo. Va siendo ya demasiado aburrido el que cualquier pretexto sea utilizado para considerarse como una ofensa personal y poder así mostrar unas afiladas uñas que están totalmente fuera de contexto. Por la respuesta que dio bien pudiera ser que el dejar de hablar catalán por unos instantes le provocara una tremenda urticaria, algo que todos lamentaríamos profundamente pero que sería la única respuesta razonable que pudiese justificar que se negara a una petición tan sencilla.
Veamos; quizás, desde mi humilde posición de ciudadana sea necesario recordarle a este señor que en el transcurso de dicha reunión estaba ejerciendo un cargo público, y por tanto debe adaptarse (ya que tiene la capacidad de saber hablar por lo menos dos idiomas, por lo cual le felicito) a las peticiones del receptor de la información. Somos muchos los que conocemos las ansias de este señor (repetidas durante incansables años) por estar y llegar al pueblo, por ser cercano al ciudadano, por hacer una política basada en la confianza y en la constante transparencia y comunicación y resulta ser que cuando tiene esa deseada oportunidad se niega a ponerla en práctica por no querer hablar en castellano a un ciudadano que se lo pidió amablemente y al que -todo sea dicho- se supone que está representando.
Veamos; quizás, desde mi humilde posición de ciudadana sea necesario recordarle a este señor que en el transcurso de dicha reunión estaba ejerciendo un cargo público, y por tanto debe adaptarse (ya que tiene la capacidad de saber hablar por lo menos dos idiomas, por lo cual le felicito) a las peticiones del receptor de la información. Somos muchos los que conocemos las ansias de este señor (repetidas durante incansables años) por estar y llegar al pueblo, por ser cercano al ciudadano, por hacer una política basada en la confianza y en la constante transparencia y comunicación y resulta ser que cuando tiene esa deseada oportunidad se niega a ponerla en práctica por no querer hablar en castellano a un ciudadano que se lo pidió amablemente y al que -todo sea dicho- se supone que está representando.
Quizás vamos equivocados los que entendemos el lenguaje como una de las más preciadas herramientas de comunicación independientemente del idioma, quizás resulte, que como la política y el funcionamiento del mundo son tan sencillos, debemos utilizar los idiomas como elementos de división en lugar de cohesión. Quizás, en lugar de sentirnos orgullosos por saber hablar dos lenguas, debemos aunar esfuerzos para alabar una y desprestigiar otra. Y en esta línea Sr. Canals, quizás debería usted plantearse las prioridades de su trabajo como político, algo absolutamente necesario si deja a un ciudadano sin la información a la que tiene derecho por no querer hablar una de las lenguas oficiales del país dónde reside y trabaja. Y quizás, sólo quizás, todo esto sea más sencillo y simplemente se trate de una alarmante falta de educación.
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