Apenas recuerdo cuándo me decidí a abrir un blog.
Pero sé que nunca pensé que escribiría lo que voy a escribir.
Sé que me lo comentó Saül, siempre muy metido en esto de las nuevas tecnologías.
Me dijo que me ayudaba a abrirlo y que si no lo quería utilizar no pasaba nada.
Todo era tímido al principio.
Siempre con la conciencia alerta de que lo que escribiese ya no iría a la carpeta que guardo en el segundo cajón.
Lo viví como algo importante. Y emocionante.
Y lo es.
También es cierto que cuando se escribe, los condicionamientos son malos –los de saberse leída por gente concreta-. Sí.
Pero el blog no impide que siga llenando la carpeta de siempre. Donde nada ve la luz.
Te da lo mejor; posibilidad de elección. Que sea leído o que no lo sea.
Reconozco cierta satisfacción mal llevada cuando, al ir pasando el tiempo, me llegaban mails de felicitación, comentarios o peticiones de que escribiera más.
Es como bonito y feo a la vez. No me desagrada el hecho. Aunque sí lo que provoca.
El caso es que recuerdo haber meditado sobre una opción que este mecanismo ofrece.
Permitir o no comentarios sobre lo escrito. Opiniones vaya.
Incluso hay una opción que brinda el que los comentarios se oculten hasta que tú decidas si quieres mostrarlos o no.
Me pareció cutre.
Y así decidí que bien. Que la opción comunicativa que ofrece Internet debería quedar exenta de censuras varias.
Que si yo tenía la opción de hacer público un escrito sobre lo que me diera la gana, también los demás deberían tenerla a decir lo suyo.
Me pareció algo así como una democracia consentida. Y buena.
Compartida y abierta. A lo bueno y a lo malo. Que también era –y es- una opción.
Y hablo de escritura. Porque aquí se lee. Y se escribe.
Lo digo por si alguien no se había dado cuenta.
Que en este mundo, donde el morbo es plato diario, hay quienes pensamos que cada cosa tiene su sitio. Y hay que saber diferenciar.
[…]
Yo leo blogs. Casi se puede decir que me he aficionado.
Espacios donde las palabras parecen más espontáneas que en hojas de libros.
Donde se divaga, se reflexiona o se narra cualquier pensamiento, situación o vivencia.
Sí.
Pero siempre desde la conciencia. Que, en este caso, no está vigilada ni controlada por nadie más que nosotros mismos.
Responsabilidad directa de cada uno. De decidir cómo te expresas. Y sobre qué lo haces.
Y me estoy refiriendo –para que no quede duda- a algunos espectáculos patéticos que ofrecen los blogs.
Donde la libertad de escritura y de opinión se confunde con la vulgaridad de referencias fuera de lugar.
El mal gusto vaya.
Aprovechamientos varios para atentados estilísticos y formales.
Haciendo que la escritura –que es la protagonista- quede camuflada tras intencionalidades e intereses personales.
Y digo yo. ¿Es necesario hacer circular ciertas cosas? Pues no.
Que es que suele suceder algo que poco tiene de curioso; la gente que tiene blog tiene correo electrónico.
Y lo digo porque todo aquello que quede fuera del área del texto escrito, de la escritura.
Todo aquello que tenga impreso el tono personal –de conocidos y desconocidos- puede hacerse saber por medios más elegantes.
No sé…es de cajón.
Quien me conoce –no digo más- sabe que ni consiento ni practico esto de los jueguecillos anónimos. Que no es la primera vez que sucede.
Que ahí está mi mail y la mayoría de las veces soy persona dialogante.
Pero que de estas maneras no.
Que me irrita en demasía. No lo puedo evitar.
Ninguna de las veces. Con ninguno de los comentarios.
Pero sé que nunca pensé que escribiría lo que voy a escribir.
Sé que me lo comentó Saül, siempre muy metido en esto de las nuevas tecnologías.
Me dijo que me ayudaba a abrirlo y que si no lo quería utilizar no pasaba nada.
Todo era tímido al principio.
Siempre con la conciencia alerta de que lo que escribiese ya no iría a la carpeta que guardo en el segundo cajón.
Lo viví como algo importante. Y emocionante.
Y lo es.
También es cierto que cuando se escribe, los condicionamientos son malos –los de saberse leída por gente concreta-. Sí.
Pero el blog no impide que siga llenando la carpeta de siempre. Donde nada ve la luz.
Te da lo mejor; posibilidad de elección. Que sea leído o que no lo sea.
Reconozco cierta satisfacción mal llevada cuando, al ir pasando el tiempo, me llegaban mails de felicitación, comentarios o peticiones de que escribiera más.
Es como bonito y feo a la vez. No me desagrada el hecho. Aunque sí lo que provoca.
El caso es que recuerdo haber meditado sobre una opción que este mecanismo ofrece.
Permitir o no comentarios sobre lo escrito. Opiniones vaya.
Incluso hay una opción que brinda el que los comentarios se oculten hasta que tú decidas si quieres mostrarlos o no.
Me pareció cutre.
Y así decidí que bien. Que la opción comunicativa que ofrece Internet debería quedar exenta de censuras varias.
Que si yo tenía la opción de hacer público un escrito sobre lo que me diera la gana, también los demás deberían tenerla a decir lo suyo.
Me pareció algo así como una democracia consentida. Y buena.
Compartida y abierta. A lo bueno y a lo malo. Que también era –y es- una opción.
Y hablo de escritura. Porque aquí se lee. Y se escribe.
Lo digo por si alguien no se había dado cuenta.
Que en este mundo, donde el morbo es plato diario, hay quienes pensamos que cada cosa tiene su sitio. Y hay que saber diferenciar.
[…]
Yo leo blogs. Casi se puede decir que me he aficionado.
Espacios donde las palabras parecen más espontáneas que en hojas de libros.
Donde se divaga, se reflexiona o se narra cualquier pensamiento, situación o vivencia.
Sí.
Pero siempre desde la conciencia. Que, en este caso, no está vigilada ni controlada por nadie más que nosotros mismos.
Responsabilidad directa de cada uno. De decidir cómo te expresas. Y sobre qué lo haces.
Y me estoy refiriendo –para que no quede duda- a algunos espectáculos patéticos que ofrecen los blogs.
Donde la libertad de escritura y de opinión se confunde con la vulgaridad de referencias fuera de lugar.
El mal gusto vaya.
Aprovechamientos varios para atentados estilísticos y formales.
Haciendo que la escritura –que es la protagonista- quede camuflada tras intencionalidades e intereses personales.
Y digo yo. ¿Es necesario hacer circular ciertas cosas? Pues no.
Que es que suele suceder algo que poco tiene de curioso; la gente que tiene blog tiene correo electrónico.
Y lo digo porque todo aquello que quede fuera del área del texto escrito, de la escritura.
Todo aquello que tenga impreso el tono personal –de conocidos y desconocidos- puede hacerse saber por medios más elegantes.
No sé…es de cajón.
Quien me conoce –no digo más- sabe que ni consiento ni practico esto de los jueguecillos anónimos. Que no es la primera vez que sucede.
Que ahí está mi mail y la mayoría de las veces soy persona dialogante.
Pero que de estas maneras no.
Que me irrita en demasía. No lo puedo evitar.
Ninguna de las veces. Con ninguno de los comentarios.
1 comentario:
Es lo que tienen los blogs.En ocasiones es como dormir sin haber cerrado bien la puerta.Me gusta como escribes.
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