Es probable que sin darnos demasiada cuenta sean muchas las acciones que repetimos a lo largo de los años y sean otras las que nos exigimos tener. Sin duda, la paciencia es una de ellas. Mi abuela, como seguro que os pasa a muchos de vosotros si teneís la suerte de tenerla cerca, es muy dada a los refranes y desde sus años, que no son pocos, siempre dice que la experiencia y la vida te llevan a valorar la sabiduría que encierra la cultura "refranera".
En este mundo individualista que sanciona pero reitera la generalización, la cultura popular, el saber tradicional, parece quedar en otra órbita, en otro tiempo que nos empeñamos en tapar o siemplemente olvidar; no seré yo quien sancione la evolución pero sí quien discrepe de algunas novedades y de bastantes olvidos. Vuelvo a la paciencia que me pierdo... en principio la historia demuestra empíricamente que las personas vamos adquiriendo nuestro comportamiento a remolque del funcionamiento del mundo que nos rodea, del ritmo de la sociedad y con demasiada frecuencia olvidamos encontrar nuestro propio ritmo; la paciencia no es precisamente una de las caracterísitcas de nuestro entorno e incluso a llegado a perder su valor positivo puesto que erróneamente se llega a vincular a un conformismo inapropiado. Retomemos un refrán común que todos conocemos: "la paciencia es la madre de la ciencia" y no veamos en ello una simple rima, intentemos ir más allá. no puedo evitar unir a la palabra paciencia los conceptos de esfuerzo y reflexión; cuando alguien necesita o recomienda paciencia es para lograr un fin, un objetivo que considera correcto y por tanto esa paciencia requerirá un esfuerzo y una reflexión previa ante la elección de tenerla o no tenerla. Son menos de las que creemos las características que cada persona poseemos de forma innata y cada vez más las que tenemos por adquisición, aprendizaje e imitación y dentro de esa compleja bola de principios y valores la paciencia va ocupando cada vez un rincón más pequeño empujado por el ánsia, el momento, o como ocurre con mayor frecuencia, por la necesidad de un algo inmediato que, aunque no siempre lo parezca, tiene consecuencias. Es difícil tener paciencia ya que cuendo te la exiges, normalmente, es por algo que deseas que suceda en el momento, que se materialice al instante...verdad? Hago esta reflexión en voz alta porque son muchas las conversaciones que se llegan a tener al día y muchos también los pensamientos que uno tiene y te das cuenta de que las personas estamos llenas de sueños, de objetivos por cumplir, de metas por alcanzar y pensándolo bien decubres que además del esfuerzo y la constancia, la paciencia es uno de los secretos. Yo, pese al ímpetu que me caracteriza ,voy intentando practicarla...ya os contaré los resultados :-P